La elección de los materiales se ha establecido como un factor fundamental en la arquitectura bioclimática. El aluminio se perfila como un elemento estrella en las construcciones comprometidas con el medio ambiente.

En plena época de concienciación y respeto por el medio ambiente, la arquitectura bioclimática tiene más seguidores que nunca. Consistente en diseñar edificios que aporten un gran confort y mejoren la eficiencia energética aprovechando los recursos naturales, este modelo de construcción nos ayuda a vivir de manera más sostenible sin renunciar a la comodidad y el diseño. Las viviendas creadas en base a esta arquitectura están adaptadas a las condiciones del entorno, en las que se incluyen el clima, la orientación y la humedad entre otros.

Los materiales adquieren una gran importancia en la construcción de las edificaciones sostenibles o bioclimáticas, no únicamente por su elección, sino por su ciclo de vida útil y su comportamiento con el paso de los años. Saber de antemano cómo funciona un elemento es primordial tanto desde el punto de vista ecológico como desde el económico, razón por la que los materiales son continuamente sometidos a exigentes pruebas y controles llevados a cabo por profesionales del sector. Los componentes elegidos deben responder al uso sostenible de los recursos, gestionar correctamente la energía y hacer de las estancias interiores lugares confortables y cálidos.

El aluminio es uno de los materiales más empleados por especialistas en arquitectura bioclimática, y se prevé que su uso continúe aumentando gracias a las innovaciones que van surgiendo en el mercado del siglo XXI. Su resistencia a la corrosión, ligereza, robustez y eficiencia energética lo convierten en un componente idóneo para el modelo de arquitectura comprometido con el medio ambiente. Asimismo, es un excelente reflector de la luz y del calor, gracias a lo cual es posible aprovechar los recursos naturales que nos ofrece el sol y reducir así el consumo energético, factor imprescindible en una vivienda bioclimática. Su capacidad de reflectar la luz es idónea para los conocidos como ‘techos frescos’, es decir, aquellos que reflejan la luz y retienen menos el calor.

La gran versatilidad del aluminio es uno de los principales motivos por los que se incluye en construcciones bioclimáticas, ya que se pueden fabricar con él ventanas, puertas, toldos, techos, mosquiteras, pérgolas y un sinfín de estructuras y elementos con un papel muy importante en todo tipo de edificios. La bioconstrucción nos permite jugar con los materiales, estudiarlos en detalle para escoger los adecuados en cada caso, especialmente en función del clima del lugar en que se vaya a llevar a cabo la edificación. Tanto la respuesta de los materiales como la zona climática y las diferentes particularidades del lugar son elementos indispensables a la hora de diseñar y fabricar un edificio, y es trabajo de los profesionales actuales tomar las consideraciones oportunas para garantizar en él el máximo confort y sostenibilidad.

Fuente: Interempresas